Con muchísima frecuencia me encuentro con gente que llega a la farmacia pidiéndome un determinado producto para un amigo, familiar, o compañero suyo.Viene con la idea de que ese producto es el “súmmum” de la cosmética y al cabo de unos días vuelve para comentarme que la experiencia ha sido un fiasco. ¿Y por qué pasa esto? Muy fácil. Con frecuencia nos olvidamos de algo esencial y es que no todos somos iguales y nuestra piel tampoco lo es.
El estrés, la dieta, la polución o el cansancio van minando la salud de nuestra piel día a día y hay que pararse un segundo, observarla y ver qué es lo que necesita para dárselo.
Conocer el tipo de piel ayuda a prevenir lo que el paso del tiempo y unos cuidados incorrectos traerán consigo en un futuro inmediato: sequedad, deshidratación, falta de densidad cutánea, fotoenvejecimiento, arrugas, manchas, irritabilidad…
Y es que la piel es un órgano que no sólo ejerce un importante papel estético sino que tiene una misión clave en la salud y en el funcionamiento del cuerpo humano: control de la pérdida de agua y sales minerales, regulación de la temperatura, defensa de agresiones externas…
En los próximos días os voy a explicar los diferentes tipos de piel, de forma que basándonos en el estado visible conozcamos rápidamente cuál es la nuestra. Son cuatro: piel seca, normal, grasa y mixta. ¿Sabes ya cuál es la tuya?
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